lunes, 18 de junio de 2012

500 años de aguamangantes ¡Basta ya!


La primera referencia al agua en la ciudad, data del siglo XV es lo que se conocía como las aguas del heredamiento las cuales el Conquistador Fernández de Lugo distribuía entre sus señores al objeto de ser cultivadas tierras dotándolas de agua para su riego.

El asentamiento de monasterios franciscanos y agustinos durante el siglo XVII y el

establecimiento de convenios con los mismos, unido al incremento de población y la
necesidad ante la posibilidad de epidemias y enfermedades, obligó al establecimiento decanales que transportaran el agua desde los nacientes hasta abrevaderos y fuentes públicas destinadas al suministro del ganado y de la población.
La distribución de tierras y nacientes entre la población durante los siglos XVIII, XIX y XX hasta la década de los 30, originó la aparición de los “aguatenientes”, especuladores de aguas, los cuales eran propietarios de acciones de galerías y pozos, y de los sobrantes de las fuentes públicas que usaban en beneficio propio y en perjuicio de la mayoría de la población, que sólo podía surtirse de agua accediendo a las fuentes públicas en la mayoría de los casos.